Cádiz es una de las ciudades que más me gusta de Andalucía y España, es todo eso que imaginas de una ciudad con mar, mediterránea, aunque esté en el Atlántico, es luz, alegría, sol y mucha, mucha simpatía.
Con más de tres mil años de historia, hizo por su situación estratégica de puerta de Europa, de América y de África.
Fue fundada con el nombre de Gádir.
Gádir es el asentamiento fenicio más antiguo en Europa occidental.
Su nombre en griego, Kado (κάδος), significa taza, vaso o recipiente. El diminutivo de kado, en la lengua ibérica primitiva, sería Cádiz, es decir: tacita o vasito.
Este es el sobrenombre con la que se promociona, y a la que se alude “tacita de plata”.
Desde su fundación, según la tradición clásica ochenta años después de la guerra de Troya (1104 a. C.), estuvo volcada al mar y al comercio.
Julio César le concedió el título de “civitas federata” en el Senado.
Alcanzó una gran prosperidad en la época romana; se construyeron anfiteatros, acueductos y se convirtió en la segunda ciudad más poblada del Imperio durante un breve período.
En el siglo XVII, conoció otra época de riqueza, con el traslado de la Casa de Contratación para el comercio con las Américas, contribuyó a que la ciudad se llenara de gente importante y adinerada.
Es una ciudad pequeña, pero algunas cosas la hacen especial.
Destacaría tres: el flamenco, el carnaval y el habla (lengua) de Cádiz, tanto es así que es la favorita en la competición por la sede del Congreso de la Lengua española de 2025
La música de Cádiz: el flamenco
Ya en la Antigüedad, las puellae gaditanae (las niñas o las muchachas de Cádiz, como la célebre Telethusa) eran, las más apreciadas en Roma por sus bailes y cantes (cantica gaditanum).
Dentro de la geografía del cante flamenco “Cádiz y su área de los Puertos” destacan con sus palos, formas de carácter festivo, como cantiñas: alegrías, tangos, tanguillos y bulerías.
También tienen cantos más serios, jondos, como las seguiriyas y las soleares.
El flamenco gaditano se desarrolló en los tablaos y en la calle y dio grandes artistas
El Carnaval de Cádiz:
Es uno de los más importantes de España, de los más conocidos del mundo, sobre todo es uno de los más divertidos.
En los múltiples actos participan más de un centenar de agrupaciones entre chirigotas, comparsas, cuartetos y coros, y son realmente especiales los carruseles de coros.
Y a lo largo de la historia ha ido adoptando estilos innovadores procedentes de su propia evolución y otros adquiridos.
Lo que lo destaca son las críticas, los graciosos juegos de palabras, el sarcasmo y la irreverencia de sus grupos.
Las chirigotas del género satírico-humorístico con su música y sus letras son en el centro del carnaval.
La ironía y en algunos casos mordacidad la hacen única.
La chirigota tuvo su origen aquí, con grandes compositores que le dieron ese toque jocoso y atrevido que tiene hoy.
El habla, la lengua de la Ciudad de Cádiz:
Cádiz se caracterizó siempre por hacer de la Lengua Española no solo una herramienta de comunicación sino una seña de creatividad artística.
El habla de Cádiz es un fiel reflejo de esa ironía que se manifiesta en el carnaval, del sarcasmo y la mordacidad de los juegos de palabras en las chirigotas.
Una cultura viva no exenta de fatalismo y autoironía, pero desbordante de humor y de vitalidad.
Con aportaciones del caló, de la germanía y del lenguaje marinero.
Lo que la hace única es la calidez musical con la que te reciben y como te sientes acogida desde el primer momento, tanto si estás tomando un vino, comiendo, buscando una calle, trabajando o visitando amigos.
Un 52,7% de los colonizadores españoles en América tenían procedencia andaluza, más concretamente de Sevilla y Cádiz, fueron por tanto la puerta del español en América.
Así es como define el historiador Pedro Payán el habla de Cádiz, en la que ha hecho grandes investigaciones:
“Unos ciudadanos sensibles y paradójicos, amigos de esconder las contrariedades de la vida tras una chanza ligera, neutra, displicente, en la que es dificilísimo muchas veces distinguir a la pura congojo del buen humor”
Historiador Pedro Payán.