El Camino de Santiago es un conjunto de rutas de peregrinación de origen medieval a la tumba del apóstol Santiago, en la catedral de Santiago en Galicia, con una larga, diversa e interesante historia.
Actualmente se le denomina “Camino de Santiago” al itinerario que parte de los Pirineos occidentales y recorre España hasta Galicia, y otras rutas desde diferentes puntos.
Se recuperó de una manera oficial con la ayuda del gobierno central y regional en 1980 con el fin de reiniciar una ruta minoritaria de peregrinación, que estaba olvidada desde principios del siglo XX.
Sorpresivamente y contra todos los pronósticos, su resultado ha sido espectacular, no sólo como fin religioso, sino también cultural, especialmente entre los jóvenes. Todo el mundo, en algún momento, quiere tener la experiencia de hacer el camino o al menos un trozo, y exhibir la concha del peregrino.
Historia
Santiago (el Mayor) fue uno de los principales apóstoles de Jesucristo y el primero en morir martirizado.
La tradición cristiana dice que su cadáver fue trasladado a Hispania y depositado en una tumba situada en Gallaecia.
Esta supuesta tumba fue descubierta entorno al año 820 entre los restos de un asentamiento romano abandonado y sobre ella se construyó un templo que fue ampliado en los siglos siguientes hasta convertirse en la espléndida catedral.
El culto al apóstol se extendió pronto entre los cristianos hispanos y fue proclamado por el rey astur Alfonso II como patrón del Reino de Asturias, y se mantuvo en las instituciones políticas posteriores.
También surgió la costumbre entre los ejércitos cristianos de invocar su nombre antes de entrar en batalla, es el periodo de la Reconquista de la Hispania cristiana contra los musulmanes.
La peregrinación jacobea fue la última en aparecer dentro de las tres grandes peregrinaciones cristianas.
Muchas personas la realizaban durante la Edad Media por motivos de fe, al considerar que los restos del apóstol tenían una capacidad de intercesión ante Dios.
Su popularidad se extendió entre los reinos europeos occidentales y tuvo el apoyo tanto de las autoridades eclesiásticas y civiles como de personas particulares, que se implicaron en la creación de infraestructuras para ofrecer a los peregrinos alojamiento y asistencia.
Las autoridades, dictaron normas jurídicas para protegerlos mientras hacían su viaje.
Durante su historia, ha experimentado su apogeo, en los XIII y XIV, y dos grandes crisis, la primera fue en el siglo XVI debido a la tipología de quienes recorrían las rutas jacobeas y a la aparición de la teología protestante.
La segunda, se produjo por el proceso de secularización europeo iniciado tras la Revolución francesa y la pérdida de la infraestructura de alojamiento por las desamortizaciones (perdida de la Iglesia de sus propiedades, debido a la separación de la Iglesia y el Estado) del siglo XIX.
Esta crisis llevó a su práctica desaparición en las décadas centrales del siglo XX.
Aunque durante las últimas décadas, experimentó una gran recuperación tanto en popularidad como de infraestructura.
El número de peregrinos que llegan a Santiago no ha parado de aumentar desde 1990.
La motivación para la mayoría sigue siendo de tipo espiritual, aunque cada día es mayor los que la realizan por motivos culturales.
Dentro del cristianismo, es aceptada por parte de la teología protestante que la había rechazado en el siglo XVI.
La amplia extensión de rutas jacobeas a lo largo de Europa ha hecho aparecer un nuevo tipo de peregrinación consistente en recorrer unos días el camino sin el objetivo final de llegar a Compostela.
La primera ruta que siguieron los peregrinos fue la que partía de Oviedo, la capital de Asturias y que, a través de la montaña, llegaba a Lugo y continuaba hasta el Locus Sancti Iacobi, Santiago de Compostela.
Con la expansión de los Reinos cristianos hacia el sur, quedó bajo su control la antigua ruta romana que la unía desde Burdeos.
Esta fue la base sobre la que se desarrolló el trazado clásico del Camino de Santiago tras realizarse algunos cambios en su recorrido, principalmente para hacerlo pasar por zonas más pobladas.
Sobre esta ruta principal desembocaban otras que partían de diversas regiones dentro de la península y que, conforme avanzaba la Reconquista, fueron las que usaron los habitantes de los nuevos territorios bajo dominio cristiano.
En Francia, se desarrollaron cuatro itinerarios para llegar al Camino, partían de París, de la desembocadura del Ródano, y de las localidades de Vézelay y Le Puy.
En los países alejados, los peregrinos cogían las principales vías comerciales que conducían a Francia porque tenían la mejor infraestructura.
Con la crisis de la peregrinación jacobea en los siglos XIX y XX se fue olvidando el uso de las antiguas rutas.
Buena parte de ellas quedaron asfaltadas para su utilización por los vehículos, aunque algunos tramos conservaron su estado original al crearse otros alternativos más ventajosos.
En la segunda mitad del siglo XX se comenzó a estudiar cuál había sido el itinerario original del camino y en 1965 se editó una guía para hacer el viaje en coche desde los Pirineos a Compostela.
En los años 80 se adoptó para hacer el recorrido a pie y se buscaron senderos que evitasen el uso a veces peligroso de la carretera, realizado por los numerosos voluntarios, amigos del camino.
También se habilitó una infraestructura de albergues para proporcionar alojamiento.
El éxito del nuevo camino desde 1990 propició que se hayan recuperado un gran número de rutas históricas por asociaciones de voluntarios, tanto en España como en otros países europeos.
Y así, desde finales del 2010 existe una red de 286 caminos catalogados, que recorren un total de 80 000 km en 28 países.
Algunos historiadores y estudiosos del Camino de Santiago y la peregrinación jacobea, desde su surgimiento en la Edad Media, creen que es y fue un lugar de encuentro e intercambio cultural entre la población de Europa, que ha ayudado a generar la conciencia común.
Por estos aspectos inmateriales, junto al conjunto de construcciones históricas, iglesias, albergues, monasterios, puentes que se ha conseguido conservar, han hecho que haya recibido importantes reconocimientos internacionales desde su recuperación en los años 80.
Personalmente creo que sí ha sido un lugar de encuentro durante la Edad Media y siglos posteriores, pero actualmente no. Lo que sí es, es una forma de viajar interesante, que permite acercarnos a la realidad cultural de una forma más natural, seamos o no creyentes.
Historia y leyenda entorno al descubrimiento
Hay poca información acerca del apóstol Santiago, sobre lo que hizo durante cerca de diez años, entre la dispersión de los apóstoles para predicar, entre el año 33 y su muerte, vacío que es llenado recurriendo a tradiciones cristianas y leyendas.
Su veracidad ha sido rechazada y defendida por diversos autores a lo largo de los años.
La tumba
La tumba que albergaba los restos de Santiago se construyó dentro del área funeraria de un asentamiento romano.
Este lugar fue creado en el siglo I junto a un cruce de caminos donde se unían calzadas que conectaban Bracara Augusta, Braga, en Portugal con Lucus Augusti, Lugo, y el puerto de Flavium Brigantium, La Coruña.
Dentro de ella se situaba la tumba donde se consideró que estaban los restos del apóstol Santiago y según las crónicas de su descubrimiento, mostraba una tipología que la diferenciaba del resto.
Descubrimiento
Las informaciones escritas más antiguas se encuentran en un documento del año 1077.
En este documento se relatan los hechos cargados de leyenda, de que existía un eremita (ermitaño) llamado Pelayo, quien vivía en un lugar llamado Solovio, cerca de su iglesia.
Tuvo revelaciones de que en las cercanías se encontraba la tumba de Santiago el Mayor, a la vez que varios feligreses de la iglesia dijeron haber visto luces un lugar.
Todos comunicaron al obispo los hechos, que pudo comprobar la realidad de las luces. Se dirigió al lugar acompañado de los fieles y descubrieron lo que no dudaron en determinar que era la tumba del apóstol.
Se comunicó al rey el hallazgo, y se inició la adecuación del terreno y la construcción, entre los años 820 y 830, de la primera iglesia.
La importancia que adquirió el lugar con la creciente llegada de peregrinos hizo que, a lo largo de ese siglo IX, la pequeña iglesia recibiese el reconocimiento de catedral.
El segundo templo
Se levantó derribando el anterior, pero manteniendo el mausoleo original inalterado salvo para reforzar su estructura.
Se mantuvo el uso del dintel esculpido de la anterior iglesia, y se utilizaron materiales recuperados, quedó finalizado en el año 899.
Catedral
Dos siglos después, en 1075 se iniciaron las obras para su ampliación.
El rey colaboró donando parte del botín que había obtenido en su ataque a la Taifa de Granada.
Debido a su emplazamiento, Santiago estuvo muy ligada a la Reconquista cristiana.
La última fase de la construcción se inició en 1168 bajo la dirección del gran maestro Mateo, autor del nuevo Pórtico de la Gloria, obra maestra del románico.
Finalmente, en 1211, la catedral quedó consagrada entorno a la tumba con los restos del apóstol.
Los restos humanos que se atribuyen a Santiago son un conjunto de 85 huesos de los cuales, 25 están completos.
Estos restos han pasado por numerosas vicisitudes, desde regalos a reyes y clérigos, hasta robos.
Actualmente se encuentran depositados en una caja de madera forrada de terciopelo y alojada en una urna de plata, en una cripta existente bajo el altar mayor.
Peregrinación
Según los historiadores y la iglesia católica, la peregrinación medieval era un viaje que se realizaba con el objetivo de visitar un lugar donde, quien peregrinaba, creía que se manifestaba un poder sobrenatural.
Tiene su fundamento en el concepto teológico del culto a los santos, en la conmemoración que los primitivos cristianos hacían en recuerdo de sus mártires junto a la tumba el aniversario de su muerte.
Además, comenzaron a atribuir a las reliquias de los mártires una capacidad de intercesión ante Dios y les rogaban por su salud, fertilidad.
La jacobea fue la última de las tres grandes peregrinaciones en aparecer.
Para cuando surgió, las otras dos que se dirigían a Roma y Jerusalén tenían ya siglos de tradición.
Se estima que presentaba unas características que la hacían más atractiva que la de Roma.
Se adaptaba mejor que Roma a la religiosidad medieval que buscaba austeridad y pobreza. Su realización significaba penitencia y ascesis, rigor y voluntad de superación.
Geográficamente, también tenía el atractivo de viajar a un lugar considerado entonces como el fin del mundo, por estar cerca de Finisterre.
Para realizar su viaje, los peregrinos contaban con una red de establecimientos que les proporcionaba alojamiento.
Sus orígenes se han visto en la doctrina de la hospitalidad dentro del cristianismo.
Esta se manifestaba de tres maneras: ofrecida por particulares en sus casas, de manera caritativa o retribuida, por monasterios y por los hospitales promovidos por laicos o eclesiásticos.
Hasta mediados del siglo XI fue la monástica la que los peregrinos podían encontrar de manera predominante.
Posteriormente fueron los hospitales fundados por laicos y eclesiásticos los que asumieron el alojamiento y atención de los peregrinos.
Estos fueron unos lugares donde, además, se producía un notable intercambio cultural y de información entre personas procedentes de diferentes lugares de Europa.
Los eclesiásticos se preocuparon de que en sus ámbitos territoriales se fundasen y funcionasen este tipo de instituciones.
Los reyes castellanos igualmente los impulsaron, destacando el gran hospital del Rey en Burgos creado por Alfonso VIII.
Las órdenes militares, por su parte, también colaboraron en este sentido y destacó la Orden del Hospital, que mantenía varios de ellos en Castilla, Aragón y Navarra.
Los peregrinos jacobeos procuraban viajar en grupo para afrontar mejor los peligros del viaje.
Una vez que habían llegado a la catedral de Santiago, cuyas puertas permanecían abiertas día y noche, se solían agrupar por países de origen y pasaban en ella, despiertos toda la noche con una vela encendida.
A la mañana siguiente se les llamaba, en el idioma de cada grupo, para que depositasen sus ofrendas en arcas destinadas a ello.
Posteriormente, confesaban y comulgaban, tras lo que obtenían, a partir de inicios del siglo XIV, un certificado de haber cumplido su peregrinación.
Tras regresar a su localidad de origen, algunos peregrinos se unían en cofradía junto a otros que habían realizado el mismo viaje.
La actualidad
Con el gran éxito del año jubilar de 1993, en el que llegaron 100.000 peregrinos, se dio a conocer de nuevo al mundo el Camino de Santiago.
El número de personas que llegan cada año a Compostela no para de crecer.
En 1985 la ciudad de Santiago de Compostela quedó incluida en la lista de ciudades Patrimonio de la Humanidad, y en 1993 lo obtuvo el Camino.
La base de la estructura se encuentran las asociaciones de Amigos del Camino de Santiago, que han asumido un gran número de funciones,
como la creación y gestión de albergues, la formación y distribución de los hospitaleros, el mantenimiento de la señalización en los caminos, su defensa y conservación, así como la edición de publicaciones y el desarrollo de mapas.
Debido al aumento de personas que realizan el Camino, ha llevado a estudiar sus motivos.
Según sus declaraciones a la Oficina del Peregrino en 2018, para el 43 % son de índole religioso; para el 48 % tienen un trasfondo religioso/cultural y para el 9 % restante, meramente cultural.
Desde algunos estudios se ve a la peregrinación como una experiencia espiritual, donde la persona vuelve a su dimensión más sencilla
como parte del medio natural.
Dentro de las iglesias cristianas, la peregrinación religiosa ha trascendido la teología católica, y el interés por realizarla se ha extendido a las iglesias reformadas.
Las personas no creyentes, en aumento, se sienten atraídas por la experiencia que supone hacer el Camino, y comunicarse con peregrinos
de diversa procedencia.
También es objeto de una atracción turística, creando cierta controversia entre diversos sectores, entre las asociaciones de peregrinos y
las autoridades civiles.
Los Caminos de Santiago en la actualidad
La crisis de la peregrinación durante el siglo XIX y primera parte del XX casi causó la desaparición de las antiguas rutas.
El camino original consiguió pervivir y evolucionó de 2 maneras: en las áreas llanas fue asfaltado y convertido en carretera, y en las zonas de relieve se mantuvo inalterado.
En los 80 un grupo de personas recopiló la información necesaria para crear una nueva Guía, que se publicó en 1982 y se utilizó hasta 1992,
que aparecieron otras.
Este mismo grupo en 1984, empezó a señalizar la ruta con unas características flechas amarillas.
Para hacer viable el tránsito por los caminos recuperados, se estableció una infraestructura de refugios y albergues.
Para los albergues se buscó que no estuviesen separados por más de 20−25 km y que contasen, al menos, con camas, sillas, mesas, servicios, duchas y lavaderos, se estableció la figura del hospitalero para su limpieza, conservación, dar atención al peregrino y velar por el cumplimiento de las normas.
Finalmente, su financiación debía ser cubierta por las aportaciones voluntarias de los peregrinos que los usasen.
Aparte de estas instalaciones, se solicitó la colaboración de los establecimientos de hostelería existentes para que ofreciesen precios
más económicos, principalmente con la comida, surgiendo el “menú del peregrino”.
La Federación Española de Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago tiene los caminos numerados y los que son diferentes al Camino Francés los agrupa por áreas geográficas.
Cada uno de los caminos es cuidado por las Asociaciones de Amigos existentes en las áreas geográficas por donde discurren.
Sus integrantes se encargan, de manera desinteresada y altruista, de establecer su trazado, marcarlo y señalizarlo, así como procurar
que exista una mínima infraestructura de alojamiento que cubra todo el recorrido.
El Camino de Santiago entre Roncesvalles y Compostela
El clásico Camino de Santiago es denominado actualmente como «Camino de Santiago Francés».
La Federación Española lo separa en tres tramos: el «tramo navarro» que representa el cruce de los Pirineos por Roncesvalles; el «tramo aragonés» que lo hace por Somport y luego el tramo desde Puente la Reina, donde se unen ambos, hasta Compostela.
Para su trazado, se ha intentado ser lo más fiel posible a lo descrito en el Codex Calixtinus.
Se pueden distinguir en él diferentes partes según el ámbito geográfico que atraviesa:
El cruce de los Pirineos
El valle del Ebro
La Meseta
El Bierzo
Galicia
Es la ruta jacobea más transitada que existe, a lo largo de su recorrido, recibe un buen número de rutas jacobeas que desembocan en diferentes puntos de su trazado:
El Camino de Montserrat en Santa Cilia de Jaca a 787 km de Compostela.
El Camino de Baztán en Pamplona, a 696 km de Compostela.
El Camino del Ebro en Logroño, a 602 km de Compostela.
El Camino Vasco del Interior a 552 km de Compostela.
La Vía de Bayona en Burgos, a 481 km de Compostela.
El Camino de la Lana, igualmente en Burgos.
El Camino del Valle del Mena, también en Burgos.
La Calzada de los Blendios a 397 km de Compostela.
El Camino de Madrid a 358 km de Compostela.
La Ruta Vadiniense a 322 km de Compostela.
La Vía de la Plata a 256 km de Compostela.
El Camino Olvidado a 181 km de Compostela.
El Camino del Norte, a 38 km de Compostela.
También parten de él dos caminos:
En León comienza el Camino del Salvador que se dirige a Oviedo y permite visitar el Arca Santa situada en su catedral.
En Ponferrada, se inicia el Camino de invierno cuyo último tramo es compartido con el Camino Sanabrés hasta llegar a Compostela.
Además, comparte sus últimos 50 km con el Camino Primitivo que llega desde Oviedo, el primero.
Otros Caminos de Santiago
Desde que se recuperó el Camino de Santiago en los años 1980, las asociaciones de voluntarios han continuado su trabajo para hacer lo mismo con un buen número de rutas dentro de la península que permiten acceder al camino principal, además de alguna que llega directamente a Compostela.
Esto ha permitido que actualmente existan cerca de 50 caminos históricos recuperados y señalizados que recorren más de 5000 km dentro
de España.
El mismo proceso se ha seguido en casi todos los países europeos, de tal manera que la cifra se eleva a cerca de 280 caminos con un recorrido de unos 80 000 km.
Dentro de algunos países europeos, son utilizados también para peregrinar a otros destinos, como por ejemplo en Dinamarca, donde el Hærvejen, en dirección norte, es parte de los caminos de San Olaf que conducen a Trondheim, mientras que, hacia el sur, se dirige a Compostela.
La Federación Española los divide en once grupos: el Camino francés, los Caminos de Galicia, del norte, andaluces, del centro, del este, catalanes, del sureste, insulares, europeos y marítimos.
También se pueden separar en dos categorías: aquellos que finalizan directamente en Santiago de Compostela y los que desembocan en otros caminos y continúan por ellos hasta llegar a la ciudad gallega.
Estos últimos permiten realizar la peregrinación partiendo desde casi todas las áreas geográficas de la península.